jueves, 17 de diciembre de 2009

Melodías del alma

De chiquita me gustaba verte.
Me podía pasar horas mirándote girar siempre sobre el mismo punto.
A veces me daba la sensación de que podías escuchar a la tristeza o que intentabas ponerle música a mi alma.
Hoy es de esos días que cambiaría tu música.
¿Será que también sos capaz de ponerle música a la felicidad?
Hoy te quisiera sacar de esa cajita para que de una vez por todas abandones la oscuridad.
Para que no suenes si no tenés ganas.
Para que no sea alguien el que te haga bailar sino vos la que elijas los cuando.
Me cansó tu tristeza dibujada en melodía,
esa loca forma de amar solo cuando te abren,
cuando quieren verte y contemplarte.
Me dan ganas de que te escapes y de que no estés más sola.
¿Por qué nadie te lleva de una vez y cambia esa tristeza por otro ritmo?.
Hoy me dieron ganas de sacarte y liberar a todos los sentimientos lindos,
a esos que brotan por las mañanas y te erizan la piel por las noches.
Quiero que lleves a pasear a tu sonrisa,
esa que apareció sin motivos o con causas azarosas que dan miedo.
Quizás a veces no se trate de encontrar respuestas sino de simplemente preguntarse.
Que lindo sería acariciar la felicidad de manera constante.
Poder tocarla y entenderla.
¿Será que ella nunca se va y es la tristeza la que a menudo nos tienta y nos refugia en los lugares mas inesperados de nuestro ser?
Quién sabe…. mientras tanto yo espero que mis musas vuelvan,
que me indiquen un vuelo por el que rumbear. Parece que hace tiempo se me escaparon.
Aparecen de vez en cuando pero se esfuman cuando intento plasmarlas.
¿Será que la felicidad también le escapa a las palabras y elige otras formas para expresarse?
Por lo pronto una melodía le puso acordes a mi alma y me lleva de la mano hacia quién sabe dónde…
Es una melodía dulce, mágica y con compaces felices, con notas tiernas que invitan a soñar, a pensar que tal vez los por qué encuentran razones y el tiempo se convierte en buen consejero.
A veces somos como esas cajitas que suenan sólo cuando las abren
y quizás el secreto es entender que nosotros elegimos cuando salir y qué melodía queremos que le ponga sonido a nuestra alma…