viernes, 31 de julio de 2009

Estamos recordando la foto, ¿no entendés?.




- Estamos recordando la foto, ¿no entendés?....

Eso le dijo con sus apenas tres años y medio. Lo decía convencido. Estaba seguro y feliz. Se agachó con su abuelo y su autito azul. Recordó su risa, su pose, sus movimientos y los quería hacer tal cual. Exactos.
Su abuelo también estaba feliz. Creo que su nieto es parte de su felicidad. Esa felicidad efímera que agarra con cada una de sus sonrisas y a veces pareciera desaparecer o esfumarse.
Sólo tenía una foto y decía que era su favorita. Estaban recordando y ella se preguntó por qué no conservar esa inocencia y esa frescura que nos permite hacerlo de esa forma. Que nos haga capaces de recordar reviviendo, haciendo que todo vuelva una y otra vez como si la vida fuera una película que podemos rebobinar en las mejores partes de nuestra vida. Como si fuéramos capaces de hacer que nada si hubiera ido y que los recuerdos queden intactos.
Nosotros y ellos.
Esos de la infancia. La primera bicicleta. El primer triciclo. La primera vez que fuimos a la calesita. La inocencia de Papa Noel y los Reyes Magos. La primera salita de jardín. Las primeras escondidas. El piedra libre en el colegio, esos albúmenes de figuritas que coleccionábamos hasta el cansancio. Las risas de los recreos. La primera muñeca o el primer juguete… Creo que ellos siempre están y de vez en cuando los rememoramos para darle fuerza a nuestra alma.
Son esos recuerdos que nos vuelven inseguros. Fuertes. Tristes o débiles.
Recuerdos imborrables que no nos dejan y que de vez en cuando también nos aterran.
Momentos irreparables que tratamos de sortear, que superamos o que al menos hacemos el esfuerzo por sobrellevarlos.
Momentos que nos arrancan una sonrisa.
Recuerdos que aparecen en fotos viejas de un cajón o en eso que conservamos con nosotros pese a que el tiempo pase.
Recuerdos materializados en imágenes que nos traen a los que ya no están. A los ausentes. A los que nunca estuvieron. A los que esperamos o a los que quisiéramos tener cerca.
Recuerdos. Mágica palabra que despierta risas o lágrimas que escondemos en nuestros lugares más íntimos.
…Ahí estaba él, recordando con su abuelo. Y así lo hacemos nosotros cuando nos animamos a encontrarnos con nosotros mismos. Cuando traemos a nuestro presente momentos, personas, lugares, rincones, pedacitos de nosotros mismos que queremos conservar intactos pese a los años o a las distancias. Momentos que se anidan y que nunca desaparecen. Momentos que a veces se hacen presentes sin que nos demos cuenta….
… ¿No entendés?, le dijo con sus apenas tres años y ella lo entendió más que nunca.

lunes, 27 de julio de 2009

Andando

Yo ando. Tú andas. Él anda. Nosotros andamos.
Y así estamos todos: andando.
Con malhumores y de los buenos.
Con esperanzas y utopías.
Cargando con nuestras debilidades, con lo que somos y con lo que queremos ser.
Sorteando lo pequeño o lo grande que impide nuestro andar,
triturando a aquello que le pone trabas a nuestros deseos y cerrojos a nuestra ilusión.
Andamos haciendo huelga de silencios y paros de angustias.
Diciéndole stop a la tristeza y dándole vía libre a la felicidad.
Andamos acumulando ausencias.
Heridas. Miradas.
Amores de los todos: los imposibles, los desamorados, los platónicos y ese extraordinario.
Conservando cicatrices.
Angustias de meses.
Felicidades de días.
Miedos.
Incertidumbres.
Andamos pese a que las flechas se trunquen y no sepamos si avanzar, retroceder o cambiar de senda.
Andamos no sabiendo si es mejor ir por colectora o llegar más rápido por autopista.
Avanzando o siendo tentados a retroceder unos metros.
Y en ese andar llevamos presencias eternas.
Compañías pasajeras.
Sueños a montones.
Infinidad de gracias.
Rencores muy pocos y algunos cuantos perdones por dar.
Lo importante es que andamos pese a que a veces sólo nuestros pies andan y nosotros simplemente los seguimos.

viernes, 24 de julio de 2009

Él y ella




- No te enamores de mí….
- ¿Y quién te dijo que me voy a enamorar de vos?
-Tu mirada...

jueves, 16 de julio de 2009

Piedra libre


Se quedó sin palabras y no sabe por qué. Hace días que las busca y no las encuentra. Se le escaparon o quién sabe por qué decidieron esconderse. No sabe si se fueron lejos o si es pasajero.
Las buscó en sus lágrimas y en sus risas. En ese rincón que le trae recuerdos. En el subte. En el tren. En la calle. En las gotas de lluvia de ayer a la tarde y en el sol del domingo.
Las buscó en su noche solitaria del lunes, en la compañía del viernes y nada.
Trató de que despierten frente a los extraños, a los que quiere, a lo que ama y nada. Le quedó la duda de ver si aparecían en aquel que le debe palabras pero no se animó a que fuera ahí justo cuando decidieran despertar.
Hoy casi aparecían pero estaba sola y nadie las pudo escuchar.
¿Será que es ella la incapaz de pronunciarlas? Y lo peor es que se dio cuenta que tiene muchas palabras pendientes. Que puede que éste no sea el momento justo o que les falte madurar un poco pero está convencida de que están esperando y no siempre es lindo esperar.
Tal vez, se fueron enojadas por su impotencia o se enojaron por no sacarlas a tiempo.
Quizás, es el miedo el que las calló o fue ella la que decidió darles una tregua al menos por un rato.
…ahora el único que la persigue es el silencio y para colmo no para de hablarle. O será que lo que hace es protegerla hasta que se sienta capaz de reencontrarse con ellas. Hasta que sea capaz de mirarlas a los ojos. De sentir cada sílaba y entender cómo quiere decirlas.
¿Y si las escribe?… creo que piensa que eso es de cobarde, es tratar de disfrazarlas ocultando su verdadera forma detrás de letras mudas.
…Sino creyera en la locura tal vez las diría sin problemas pero no siempre todo es sencillo y no todo es cuestión de lógica. A veces se trata de lograr el equilibrio justo para poder gritarlas.
Las palabras del alma son las que extraña, esas que vibran al pronunciarlas, las que trituran el corazón o abrazan con su calidez. Las que iluminan las miradas del que las escucha... Esas son las que se le escaparon hace varios días.
No está segura pero puede que haya sido ella misma la que las colgó un rato para que se sequen de rencores y de dolores esporádicos. Y sí, en este tiempo las hicieron llorar mucho y necesitaban un poco de viento y de esa brisa fresca que les permitan entrar de nuevo en ella y volver al ruedo cotidiano…
Y encima ya no sabe cómo explicar sus perdones, sus sí, sus no y sus ni. Ni hablar de sus caprichos, sus amores, enojos y esas ganas desganadas.
No pide excusas ni perdones sólo quiere que vuelvan para poder decirlas y quizás encontrar razones y respuestas a las preguntas que hoy no sabe cómo hacer.

sábado, 11 de julio de 2009

LA CABA NO ME CABE por Juan Saturian

La CABA no me gusta.
No me sabe bien una sigla, que es nombre de empresa,
para la ciudad que fue la princesa,
la Reina del Plata: no es, ni le cabe.
Y aunque a nadie le parezca grave,
el cambio muestra la naturaleza
de un poder sin pudores ni torpeza
con metáfora empresaria en clave.
Buenos Aires, la ciudad que amamos,
ya no cree ni vota por sus sueños
y es por eso que estamos donde estamos.
Ni corresponde llamarnos porteños.
Esto eligen los cabenses o cabanos:
un negocio atendido por sus dueños.

viernes, 10 de julio de 2009

Como si todo dependiera de él...




Ahí estaba él, siguiendo sus pasos como siempre… Y ahí estaba ella, tratando de entenderlo, buscando explicaciones y callando sus reproches.
Esa noche le habló. Creo que fue la primera vez que hablaron cara a cara, aunque no sé si fue real.
Él era extraño pero siempre era atractivo jugar con él. Sus palabras y su forma de actuar tenían algo especial que lo hacían diferente. Podría decirse que tuvieron un mano a mano. Su única condición era que lo escuchara… Sí, es raro pero creo que no hay forma de lidiar con él. Ella se dio cuenta que lo mejor era aceptarlo, saber que existía y que inevitablemente siempre iba a estar.
Lo primero que le dijo fue que no pensara más y que dejara que todo suceda, que permita que sea él el que elija y el que la lleve de la mano.
Le dijo que él entiende los por qué, los cuándo y los dónde. Que sabe ponerla en el lugar indicado y en el momento justo. Ni antes ni después. Hasta le llegó a decir que si se equivoca ni siquiera vale la pena juzgarlo. Que a veces no se trata de reproches sino de aceptar lo que nos toca.
Casi sonriendo le dijo que cuando la puso a destiempo también le había permitido una sonrisa. Una mirada intrépida y divertida. Un rostro diferente que le iluminó los ojos al menos por un rato… Creo que ahí tuvo razón.
Ella no le hablaba, pienso que no sabía si reír o pedirle que fuera un poco más benévolo con ella. Esto del destiempo ya no le convencía tanto… Se quedó callada y ahí empezó con esto de que en este mundo todo puede suceder. Que la suerte puede ser mejor y que a la casualidad no hay con que darle, hasta él mismo reconoció que más de una vez lo casual le jugó una mala pasada.
Ya sé, le decía… te lleno de promesas, a veces te doy, otras te quito. Pero siempre te dejo ecos. Presencias. Ausencias. Seres con quien caminar. Con quien huir. Seres con quien soñar en noches vacías. Solos. Eternos. Heridos. Arrepentidos y vulnerables…
Vulnerables. Esa es la palabra… Creo que en este tiempo ella se sentía vulnerable a él y a todo lo que le generaba, quizás más que de costumbre pero sabía que ÉL era así, que así era su destino… su inevitable destino que siempre le hacía compañía.

martes, 7 de julio de 2009

Gris

Día gris de nuevo...
Día para ingerir distancias y extraviarse del pasado.
Día para retener momentos, lluvias pasajeras y cucharitas de otoño.
Día para asomarse a las dudas y a las preguntas.
Día para desatar risas, miradas y carcajadas.
Día para hacer ayuno de rencor y de orgullo.
Día para estrellarse en los errores y en las esquivas presencias.
Día para abandonar contradicciones.
Día para olvidar la inocencia y guardar la ingenuidad.
Día para cosechar sueños y empacharse de dulzura.
Día para hilvanar recuerdos y tejer sueños del mañana.
Día gris. Nublado... hermoso día.

domingo, 5 de julio de 2009

Yo quería que salga campeón el Globito...

Acá les dejo un cuento futbolero de Fontanarrosa: "El viejo Casale" (Es un poco extenso pero está bueno!)